¿Qué hacemos?
Necesitamos establecer reglas del juego, llegar a acuerdos, salvaguardar la relación, evitar el litigio... Cualquiera que sea el motivo, el objetivo es identificar los puntos de encuentro, agrandarlos y dotarlos de la mayor estabilidad posible.
Podemos recurrir a diferentes métodos de gestión de conflictos. Unos se basan en la intervención de un tercero con capacidad de decisión, como el juez o el árbitro, quiénes, teniendo en cuenta los argumentos de cada parte, dictamina, mediante sentencia o laudo, la solución.
Existe, también, la posibilidad de que sean las propias partes las que cambien la estrategia comunicativa, recuperando el protagonismo y la capacidad de decidir conjuntamente, tal como lo han hecho en otras ocasiones.
La MEDIACIÓN es una herramienta apropiada en estos casos:
es un proceso de gestión de conflictos, privado, confidencial y voluntario, que posibilita que las partes implicadas puedan comunicarse entres sí, expresando, entre otros, sus puntos de vista, argumentos, intereses, necesidades o expectativas, y llegando, en su caso, a acuerdos mutuamente consentidos.
¿Cómo? Acompañados de un tercero imparcial, la persona mediadora, que actúa como facilitadora del proceso, y que vela por su legítimo funcionamiento, creando así un espacio de diá en el que prevalezca: